Cuento en primera persona


Consigna: Realizar un cuento donde el narrador sea interno.

Nostalgia

Cuando era tan solo una niña, la llegada del domingo era algo que realmente me entusiasmaba. Soy creyente de que las mañanas del fin de semana tienen un olor característico, un olor análogo al de un libro nuevo, tierra mojada después de un aguacero, chocolatada caliente en las tardes de invierno o comida casera de mamá. Cuando era tan solo una niña, la mesa larga con mis personas favoritas se sentía como tener una joya a la que claramente no prestaba la atención que merecía. Recordando mis días más felices, libre de preocupaciones preparo un café para seguir con mi trabajo atrasado de la facultad. Cuando era tan solo una niña, deseaba crecer y convertirme en una mujer empoderada, trabajando en lo que me haga feliz, teniendo una casa bonita y tal vez formar una familia. De repente, un mensaje de voz me llega. Audio de mi papá, Ricardo, sin mentir la persona más buena del mundo: “¿cómo estás hija, estoy yendo al supermercado necesitas que te lleve algo a tu casa? ¿comiste algo? El finde vení a comer a casa, te extrañamos”. A pesar de que me mudé a casi hora y media de distancia de la casa de mis padres, él siempre quiere alcanzarme algo a mi casa. Cuando era tan solo una niña no era consciente de la fortuna que tenía.  Quiero pensar que la niña interior que habita en mí estaría orgullosa de la mujer en la que voy convirtiéndome. Los recuerdos de vez en cuando me juegan malas pasadas, en especial cuando siento que realmente mi padre me envía mensajes de voz como antes de su partida preguntando como estuvo mi día. El dolor inexplicable de extrañar, parecido a alguna enfermedad lo denomino “extrañitis”. Cuando era tan solo una niña amaba los domingos, hoy los sigo amando aunque de vez en cuando sufro de extrañitis y se me pianta alguna que otra lágrima. Miro el reloj y el fin de semana se está terminando, mañana lunes nuevamente vuelvo a la rutina que mantiene mi cerebro ocupado para no extrañar ni distraerme de mis obligaciones de persona adulta. Voy a descansar y antes de dormir recibo las buenas noches de mamá, ¡que fortuna tuve siempre!. Mi domingo termina y un nuevo día está por arrancar. 

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