Algo que no se nombra

 Consigna: Escribir un diálogo sobre “algo que no se nombra” al estilo de “Esa mujer”. Incluir al diálogo el personaje dibujado en el libro “Retratos” de Pablo Bernasconi y luego describirlo.

“Si no lo nombro, no existe”

Buenos Aires, Argentina, 2048.

-Es de otro planeta el frío que estamos sufriendo, -10°C en pleno mayo. Ya sé que estamos cerca del invierno pero estas temperaturas son de locos, no se puede creer.

-Bueno mamá no te quejes, éste es el planeta que nos dejó tu generación. No está destruyendo poco a poco el calentamiento global.

-¡Ay! Otra vez con lo mismo Lupita, no se puede tener una conversación en paz con vos, che.

-Pero si es la verdad mami, no hagas la vista gorda. Por gente como vos estamos como estamos.

-¿Y que tendría que hacer? Esto no es cosa de ahora,  es algo de siglos y décadas. ¿Sabes la cantidad de personajes que quisieron escribir una nueva página en la historia, queriendo generar conciencia sobre el cuidado ambiental? ¡siempre es lo mismo hijita, en cualquier tiempo histórico en el que te posiciones! Hace ya muuuuuucho tiempo, cuando vos no estabas siquiera en mis planes decíamos que de los problemas íbamos a salir mejores, salíamos a aplaudir a médicos que ejercían su labor las 24 horas del día, no te miento. Los zoológicos habían cerrado, los canales de Venecia volvieron a ser lo en un tiempo fueron. Andá ahora a pasear por esos pagos, caes en depresión absoluta. 

- Que ser despreciable el ser humano má, todo lo arruinamos ¿para que me trajiste al mundo?- ambas ríen.

-Ni hablar de los que la llamaban tercera guerra mundial bacteriológica. ¡Que pesadilla!.

-¡Shhhh! Basta mamá, deja de llamar a la desgracia, no me lo recuerdes que al final ese loquito “sabelotodo” tuvo razón en todo. 

-¡Qué hombre resultó ser ese ser! Ese sí que vino de otro planeta, nos lo quiso advertir a todos y nadie quiso escucharlo. El peor bicho sobre la Tierra es el espécimen humano.

- ¿Era tan fuerte como el de ahora? El síntoma digo, en aquellos tiempos…

-En mis tiempos no había un síntoma, había varios. Te agarraba un estornudo y ya la tenias a tu abuela tirando alcohol por todos lados y mandándote a la pieza con un té. Ni hablar de la locura colectiva, en el otro lado del mundo hasta sacrificaban animales que se lo pescaban, pobres inocentes.

- Sí tan solo hubiéramos escuchado al señor de anteojos, ¿qué había dicho? A sí! Que dejáramos de desperdiciar los pocos recursos que nos quedaban, que lo que alguna vez nos mantuvo encerrados durante casi dos años podía mutar de forma catastrófica. Y acá estamos, viviendo en burbujas andantes como un capítulo de Los Simpson, como una película de terror, sin poder ir ni al baño sin estas malditas burbujas. Lo peor de todo es que nos gobiernan unos ineptos que niegan todo, pero ahí los tenes, con sus burbujas mucho más resistentes y aptas para lo que sea. ¿Si no existe tal bicho, por qué andan con sus burbujas?. Stephen debe estar revolcándose en su tumba.

-Bueno hija peor sería estar encerrados, al menos podemos salir en nuestras burbujas. Era horrible en mis tiempos, solo recordarlo me hiela la sangre. El olor a lavandina se me viene a la cabeza automáticamente.

-¡Basta mamá! Estas a punto de invocarlo, ¿querés que me enferme por tu causa? 

-¿Cómo va a aparecerse con el solo hecho de nombrarlo hija? No exageres. Aunque capaz resultaste ser como los “ineptos” que criticás, acaso pensas que por no nombrarlo no vas a contagiarte. No me hagas reír.

-Prefiero creer eso que seguir viviendo en la triste realidad que me toca afrontar. Si no lo nombro, no existe.




Descripción de la caricatura: La primera impresión que tengo sobre la imagen que me tocó es la de una señora con preocupación que podría ser una secretaria, empleada administrativa, escritora o profesora de matemáticas. Su cabello que aparenta estar recogido o muy corto está lleno de tornillos, alfileres, tuercas y alambres que intuyo, representan algo primordial en su vida como encrucijadas, problemas, cálculos, pensamientos laberínticos/rebuscados o problemáticos. Sus anteojos poseen una calavera y parecen ser de alambre de púas, al igual que sus brazos y manos. Manos que están escribiendo en una máquina de escribir. Mirando con más detenimiento la imagen, en lo que respecta son sus ojos, hay en lugar de pupilas, las iniciales “S” y “K”. La calavera en los anteojos, la máquina de escribir con una hoja con sangre, expresiones bien representadas, los tornillos y púas, me hace llegar a la conclusión de que no se trata de una señora, sino del escritor Stephen King, quien se destaca principalmente por sus ficciones terroríficas. 


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