Feria del libro en la facultad

 Taller de expresión 1    Cátedra Reale    Comisión 56

Alumna: Andrea González 

Profesor: Santiago Castellano 

Consigna: Escribir un crónica. Incluir descripciones precisas y detalladas.

Esta semana la facultad estuvo revolucionada a causa de la cuarta edición de la feria del libro, organizada por la presidencia del centro estudiantil (la UES), CGSS (centro de graduados de Ciencias Sociales) y la vicepresidencia FUBA (Federación universitaria de Buenos Aires). Proyecto que tuvo como duración tres días, miércoles 8, jueves 9 y viernes 10 de junio con entrada libre y gratuita donde estuvieron presentes más de cincuenta editoriales, música en vivo, charlas, debates, muestras fotográficas, presentaciones de libro, entre otras cosas.

El programa de la feria fue subido a redes sociales, como la mayoría de cosas hoy en día, y me facilitó saber qué día acercarme ya que me resultó interesante una presentación en particular. El primer día de feria, miércoles, aquellos que forman parte de la mayoría estudiantil estaban dando los últimos retoques ya sea a carteles, espacios en particulares y hasta logré escuchar que pensaban realizar un sorteo donde el ganador se llevaría un premio de hasta ocho mil pesos en libros, todos estaban realmente entusiasmados e incentivaban a aquellos que estábamos por los pasillos a participar. Lamentablemente no pude quedarme más tiempo ese día. 

Jueves, segundo día de feria y día al que asisto a la facultad especialmente para dicho evento. Los jueves no curso ninguna materia y el evento que me llamaba la atención comenzaba a las 19:00hs. En ese horario, la luz del sol ya desapareció, todas las luces de la facultad están encendidas y nunca antes había estado tan cerca de la noche en la facultad. La feria se llevó a cabo en la planta baja del edificio y había mucha gente que incluso es ajena a la vida universitaria. Se podía ver a jóvenes con adultos mayores, nenes chiquitos corriendo, mujeres con bebés en brazos, personas comiendo mientras miraban la gran variedad de libros. Cerca de la hora, en la sala “Leopoldo Marechal”, dos estudiantes empezaron a colocar sillas enfrente de una pantalla. La gente se iba acercando de a poco. Probaban sonido, conexión y los estudiantes organizadores conversaban en voz baja entre ellos. Alrededor de diez personas ya habían tomado asiento. La estudiante a cargo de hablar con el invitado debatía cómo posicionarse, dónde mirar a la hora de entablar la conversación, preguntaba a sus compañeros si se la escuchaba correctamente, se la notaba algo nerviosa. Sonreía, se mordía los labios y todo el tiempo repasaba lo escrito en un papel que tenía en su manos. La gente con un café en mano se acercaba cada vez más. Ultimando detalles uno de los compañeros le pide que hable fuerte. “¿pero no tiene micrófono esto?” muy impaciente y nerviosa preguntó ella. “Si sí, tiene, pero por las dudas hablá fuerte” remarcó él. Comenzó la trasmisión. “¿Hola Felipe, nos escuchás?” preguntó ella.

Ahora si, paso a develar que la presentación de libro a la que me interesó asistir, fue la del libro “Calles” de Felipe Pigna. Siempre me resultó un hombre muy interesante que debido a su forma de relatar la historia, solo generaba más y más ganas de escucharlo (además de ser una persona bastante conocida). Desafortunadamente el encuentro se dió por zoom, me hubiera encantado vivir ese momento con él en persona.

Se lo podía ver a él moviendo los labios pero sin emitir sonido. La compañera le avisó que estaba silenciado. Finalmente se escucha. “Una pregunta, ¿la charla es sobre Malvinas o el libro Calles?” preguntó Felipe mientras se rascaba la oreja. “Calles”, contesta ella con una gran sonrisa. “perfecto, no me quedaba claro sobre qué era la charla” dijo él. Intercambian risas. La compañera se presentó, se llamaba Ludmila. Al fin conocí el nombre de la valiente que estaba demasiado nerviosa durante varios minutos antes de comenzar,  quien además, resultaba ser presidenta del centro de estudiantes. Después de presentarse, procedió a agradecer la presencia de Felipe Pigna en la feria y a darle la palabra para que hablara sobre su nuevo libro. La gente seguía acomodándose, llegaban de a poco y algunos tuvieron que quedarse parados al no haber más sillas disponibles. Felipe estaba en un sector, quizás de su casa, donde había gran cantidad de libros. El fondo era una biblioteca llena de libros ordenados prolijamente y en una esquina, se llegaba a observar un reloj, nada más que eso y obviamente a él, su rostro. Comenzó a contar sobre que se trata su libro, destacó que después de investigar se dió cuenta que el 94% de las calles de Buenos Aires son hombres los homenajeados y solo un 6% mujeres. Le pareció interesante escribir sobre calles que conocemos solamente por él nombre sin saber toda la historia que hay detrás. Continuó su relato durante veinte minutos aproximadamente y en la sala solo se lo escuchaba a él, todas las personas presentes estaban en silencio incluso un bebé que aprovechó para dormir y dejar a su mamá disfrutar de la presentación. También destacó que hay más calles llamadas “Cristóbal Colón” en lugar de Sarmiento o Belgrano. Hay pocos homenajes a víctimas de la dictadura pero si varias calles con nombres de represores históricos. Dijo que es algo que pasa desapercibido pero que las calles tengan tales nombres es una forma de “luchar por la memoria, por la justicia histórica”. Miraba a mi alrededor y todos estaban escuchando con gran atención, la forma en la que contaba las cosas fue muy compradora. Te impulsaba a ir corriendo a alguna librería y comprar su libro sin dudarlo. Contó que decidió escribir este libro porque es “una forma de contar la historia argentina a través de las calles”. Destacó que le llamaba mucho la atención lo poco homenajeados que están las figuras del tango como también del folclore. Pasó a contar la historia de una calle que llevaba el nombre de un antisemita, lamentablemente no recuerdo el nombre pero que en los libros de tal sujeto incentivaba a todo lector suyo a fusilar judíos. Gracias a los vecinos de ese barrio lograron cambiar el nombre por el de una madre de plaza de mayo sobreviviente del Holocausto. Me llamó mucho la atención esa historia. Disfruté cada palabra que salía de su boca. Terminó su exposición remarcando que sólo conocemos las calles porque alguien decidió llamarlas así y que es muy interesante saber qué hay detrás y el por qué se eligió que tal avenida se llame así. “si alguien tiene duda o consulta paso a responder con gusto” dijo Felipe mientras tomaba un vaso con agua. Todos callados, nos mirábamos entre nosotros o el piso, como cuando el profesor hace una pregunta y nadie se anima a contestar. Un hombre levantó la mano y Ludmila le acercó el micrófono, “en tu libro mencionas a los clubes de barrio y como los relacionamos con las calles por ejemplo Avellaneda con Independiente o Racing...” titubea y no logro entender lo que decía debido a su voz bastante ronca. Felipe le contestó casi adivinando su duda “sí, en mi libro menciono como los clubes de barrio están bastante arraigados con la vida social, permitieron identidades y la asociación de vecinos. Se junta la pasión popular y la cuestión social…” dio una respuesta bastante extensa hasta contando la formación de los primeros clubes de barrio en surgir. Después de responder tomó agua nuevamente y un silencio incómodo de segundos dió pasó a Ludmila, la presidenta del centro de estudiantes a concluir la presentación. Ella le agradeció una vez más y le comentó que después de ver una de sus presentaciones le empezó a interesar bastante la historia. 

“Gracias, un placer y cuando quieran estaremos aquí devuelta, chau”, dijo Felipe y se despidió con una sonrisa. Aplausos y sonrisas en la sala. La gente comenzó a levantarse y a hablar entre ellos, yo seguí atenta a Ludmila, tuvo un rol más que importante y me pareció interesante como se iba relajando a medida que Felipe, con su tono cálido y amigable, hacía su relato. Ludmila se tocó el pecho y se acercó a su compañero, ambos rieron “¡AY estaba muy nerviosa, no sabía que decir, un miedo a trabarme o decir cualquier cosa!” le decía a él mientras la felicitaba, mientras se felicitaban entre ellos. Sin dudas fue una presentación muy interesante, la hora pasó volando, duró treinta minutos que parecieron cinco. Me volví a mi casa más que satisfecha.


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